Wierix y Murillo

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La multiplicación de los panes y los peces: Wierix y Murillo.

Como es sabido, el uso de grabados y su copia era una práctica frecuente y tolerada. No era un simple recurso para el aprendizaje, sino que también se erigió una manera lícita de componer escenas. Mientras que los aprendices copiaban al pie de la letra, los maestros más aventajados las empleaban como guías o para tomar algún motivo fragmentario. Murillo no fue un artista especialmente letrado, pero estaba dotado de una aguda inventiva, lo que le llevó a no abusar del uso de grabados. No obstante, las estampas de mayor circulación sirvieron para proporcionarle esquemas compositivos y motivos iconográficos. El tema ya fue tratado con anterioridad por el profesor Navarrete, quien pudo determinar nuevas afinidades, tanto de composiciones completas como de elementos y detalles fragmentarios. Su buen criterio le llevó a determinar cómo grabados de Lucas van Leyden, Cornelis Cort, Boetius A. Bolswert o Goltzius se encontraban en la base compositiva de algunas de sus obras, o en detalles dentro de ellas. A esta lista es posible sumar dos nombres más, el de Hieronymus Wierix y el de Jan Sadeler. Ambos de formaron bajo la huella artística de Durero y generaron estampas con una gran fertilidad, extendiéndose sus modelos por todo el territorio europeo y americano. La presencia de grabados de Wierix en Sevilla está probada en el siglo XVI, pues fue él quien ilustró la opus magna de Jerónimo Nadal, Evangelicae
Historiae Imagines. Pero también debieron ser conocidas otras series, como la que representaba los milagros de Cristo, un conjunto de 12 planchas, cuya fecha de producción no queda recogida en la estampa pero que por sus características se podría datar en el último cuarto del siglo XVI.

Murillo pudo emplear la estampa de Hieronymus Wierix en la que se representa Multiplicación de los panes y los peces para la ejecución de su obra homónima, sita en el Hospital de la Caridad. Aparece invertida, desplazando la escena principal hacia la izquierda como en el cuadro de Herrera. Aprovecha el espacio generado en el lado contrario para fugar la composición, igual que ocurre en el grabado, produciendo así una extraordinaria sensación de lejanía que le permite evidenciar el alcance del milagro. Asimismo, el grupo de figuras que ocupa el ángulo inferior izquierdo en el grabado, fueron empleadas por Murillo para completar su escena, ofreciendo un detalle naturalista y entrañable en ese lugar secundario que tan bien supo rellenar.

 

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